A bordo con Naomy. – No nacemos con una tendencia hacia la maldad o bondad. Un ambiente negativo, con muchas carencias, principalmente de afecto y protección, puede facilitar que las personas se inclinen a hacer lo incorrecto. En otros casos, los actos negativos son producto del resentimiento, rebeldía, estrés y otros males de las sociedades “modernas”.
Algunas personas aprenden desde pequeños métodos “agresivos” o “malvados” para obtener las cosas (como arrebatarlas, agredir o manipular por ellas), de forma que de adultos repiten esos patrones para satisfacer la supervivencia y la consistencia, así podríamos explicar las que “tienden a la maldad”.
En el caso opuesto, las personas bondadosas probablemente crecieron en entornos donde la bondad era la mejor forma de obtener cosas, y además la educación que recibieron les impulsaba a la empatía, la justicia, etc., por lo que repiten esos patrones (con el mismo fin, de supervivencia y de consistencia).
Por otra lado tenemos la moralidad. Esta se determina por las conductas y normas que una determinada sociedad permite que ocurran. Por ejemplo, hace años, muchas tribus de Africa andaban desnudos, comían con las manos, hacían el amor al aire libre y ninguno de ellos mostraba sorpresa o morbo. Cuando esas tribus fueron dominadas, los vencedores impusieron sus normas de conducta a los vencidos.
Las épocas cambian. Algunas reglas que se consideraban inmorales hace 70 años probablemente ya no lo sean (por ejemplo, las relaciones prematrimoniales).
Lo más importante es que enseñemos valores universales (respeto, honestidad, tolerancia, lealtad, etc.) a nuestros descendientes, ya que esto les facilitará la convivencia en cualquier sociedad en la que vivan.
El Hombre Superior confuciano no es aquel individuo que busca realizar lo que lo diferencia de los demás, sino aquel que desarrolla su verdadero ser en la relación con el otro que aunque distinto también tiene una naturaleza común.
El otro presupuesto del rén confuciano es la bondad natural del ser humano, dado que su ser es expresión celestial. El hombre debe realizar lo mejor de su ser para ser expresión del orden natural. El hombre ha nacido para la rectitud y depende de ella, por ser la principal virtud, es difícil de practicarla. Confucio mismo decía sin duda, modestia que estaba lejos de ella. Por tenerla como virtud perfecta y completa, el maestro hablaba raramente de ella además porque su interés principal era realizarla y que se expresará en la vida diaria.
El hombre que posee las virtudes humanitarias en su más alto grado, al querer afirmarse él mismo afirma a los demás, y al querer ensancharse él mismo ensancha a los demás.
La naturaleza humana verdadera consiste en amar a los hombres, de ese modo podemos ver el valor de los sentimientos en el pensamiento confuciano y no sólo de las virtudes intelectivas o morales.
La “naturaleza humana verdadera” es una virtud completa, porque abarca todas las demás virtudes. Es como el tronco que sostiene el gran árbol de la vida humana, por eso tiene muchas ramificaciones.
La virtud de la humanidad abarca y sostiene todas las cualidades morales, es la virtud que resume a todas las demás: la dignidad, la actitud vigilante, la rectitud, la paciencia, la sencillez y hasta dedicarnos con toda nuestra voluntad a los estudios entra en esta virtud superior. Confucio está seguro que si nuestra mente y nuestras acciones están puestas en las virtudes de la humanidad, “no cometeremos acciones viciosas”
- El hombre recto dice Confucio, cultiva su persona y sabe respetar!
- Cultiva su persona y (por consiguiente) él da a los otros la tranquilidad!
- Cultiva su persona y proporciona la tranquilidad a todo el pueblo!
“Cuando veas a un hombre bueno, reflexiona si tienes las mismas virtudes; cuando veas a un hombre malo, examínate a ti mismo.”
¡Hasta el martes abórdianos!