Este 30 de marzo se conmemora el 178 aniversario de la Batalla del 30 de marzo o de Santiago. Fue la segunda batalla entre dominicanos y haitianos luego de la proclamación de la independencia nacional.
En este combate encabezado por los generales José María Imbert y Fernando Valerio, el joven ejército independentista venció nuevamente al ejército haitiano, el cual había invadido la República tras su derrota en la batalla del 19 de marzo, en Azua.
Este día, a la una de la tarde, las tropas haitianas se lanzaron al asalto. Duró la lucha más de cuatro horas sin que cayera la ciudad”, relató el historiador haitiano Jean Mars-Price. De acuerdo con el general José María Imbert, designado el 27 de marzo para dirigir las operaciones, el enemigo se había formado en dos columnas, de alrededor de dos mil hombres cada una.
Al mediodía del 30 de marzo se iniciaron los combates por el lado izquierdo dominicano, que defendía el Fuerte Libertad. Después de cinco horas de lucha, los haitianos solicitaron una tregua para recoger sus muertos y heridos.
Cientos de soldados dominicanos vencieron con energía a unos 10 mil del ejército haitiano, convirtiendo esta batalla en una de la de mayor magnitud después de la ocurrida en la región Suroeste.
Tres días antes de esta lucha
Tres días antes de esta lucha, la Junta de Gobierno, presidida por Tomás Bobadilla, llamó a José María Imbert, quien era comandante de operaciones en Santiago para que organizara un contraataque a los haitianos.
Imbert atrincheró la ciudad, construyó fosos y tomó precauciones, mientras que Pierrot dividió sus tropas, atacando el 30 de marzo y resultando embestidos por Imbert en el fuerte “Dios, Patria y Libertad”, frente a la Sabana de Santiago.
Los haitianos contraatacaron y fueron rechazados por la artillería dominicana los haitianos se desesperaron y lanzaron un ataque que fue vencido con los cañones del fuerte “Dios, Patria y Libertad” y por la infantería de Fernando Valerio, obligando al ejército a retroceder dando la victoria al pueblo dominicano.
“El triunfo dominicano en Santiago fortaleció la fe del pueblo en sus aspiraciones liberales y constituyó un gran estímulo a favor de la identidad nacional de todo el colectivo, que ya había comenzado a asimilar la idea de tener un Estado propio, que desde el 27 de febrero de 1844 se llamó República Dominicana”, dijo el historiador Juan Daniel Balcácer.