El Veronero

Cómo cambiar la irresponsabilidad de sus hijos

No siempre es fácil la elección de una recompensa apropiada para las conductas correctas del niño.

Israel Polanco

PERSPECTIVA PSICOLÓGICA por Israel Polanco.- Quizás tus hijos son de aquellos niños, que como único consigue que obedezcan es gritándoles, o quizás con amenazas. Has trabajado miles de formas para lograr que ellos cumplan con sus deberes y todas fallan, la única que funciona son los gritos.

Permíteme decirte que si se puede de otra manera. Existen dos grandes formas de cambiar la conducta de un niño. La primera es recompensar la conducta que deseas, la conducta que se refuerza de manera positiva generalmente se repite. Este método es, por lejos, la manera más agradable y libre de dolor de cambiar la conducta de un niño. Las recompensas de conductas deseables actúan como refuerzos que hacen que el niño se sienta bien por lo que ha hecho y quiera hacer lo mismo más a menudo. Proporcionan motivación,  pero no siempre trae resultados inmediatos, así que hay padres que recurren al segundo método, en el que impone una consecuencia.

La propuesta es que se utilice una combinación de ambas para obtener mejores resultados. Una recompensa por la conducta responsable y una consecuencia por la irresponsabilidad.

No siempre es fácil la elección de una recompensa apropiada para las conductas correctas del niño. Es un tema de una labor detectivesca, sentido común y un poco de imaginación para detectar qué le puede gustar al niño. Se sugiere preguntar a los niños más mayores qué les gusta para así tener la información necesaria, y también para poder seguir manteniendo el control de la selección.

La única manera de que este programa funcione es siendo consecuente. Si realizo la conducta esperada debe de haber una recompensa, pero si por lo contrario la conducta no es la deseada entonces debe haber consecuencias.

Así que queridos padres, a trabajar con nuestros hijos hasta lograr esa responsabilidad que queremos de ellos. Recuerde que el que no lucha, no llega.

¡Recuerda que después de Dios tu familia es lo más importante!

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