Madrid, España. – Cualquiera diría que Iceberg II, la nueva creación de Larumbe Danza, fue hecha como señal de protesta ante los tibios resultados de la recién finalizada Cumbre Climática, pero en realidad con este llamado coreográfico a la sensatez, Juan de Torres lo que de verdad ha querido es celebrar los 25 años que él, junto a Daniela Merlo, lleva al frente de la agrupación que originalmente fundó su madre, Karmen Larumbe, hace exactamente 50 años. Aunque el contexto es festivo, la preocupación por lo que se vaticina para este planeta maltratado es seria.
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“Los problemas ecológicos que tenemos son la punta del iceberg de una problemática mundial de una enorme magnitud. El distanciamiento educativo, social, económico, religioso y cultural entre individuos, grupos y regiones del mundo se pronuncia cada vez más. Esta es una situación ya insostenible”, afirma enfático sobre las motivaciones de su nueva obra, que verá la luz este sábado 13 de noviembre en el marco de la gala aniversario que la compañía celebrará en el Teatro Municipal de Coslada, donde la agrupación tiene residencia.
Acudiendo una vez más a las nuevas tecnologías, una práctica habitual de esta compañía que ha conseguido gran éxito con sus propuestas en 3D para público familiar, gafas incluidas, Iceberg II se articula a través de la metáfora del iceberg para hablar de temas necesarios como contaminación, cambio climático, pandemia, deshielo y deshumanización.
Contará con la participación en directo de la Agrupación Coral de Coslada y podría suponer, además, el inicio de un nuevo ciclo creativo para Larumbe Danza. “Siempre he desarrollado el trabajo coreográfico de una forma pictórica, imaginando primero el conjunto, la luz, lo visual… pero por vez primera no me está funcionando y ha ido apareciendo la necesidad de partir sin nada, solamente desde el gesto y los intérpretes, y yo lo voy dejando correr”. Además, recuperará para esta gala la creación Dkada’s, con la que celebraron sus primeros diez años de andadura y se presentará también un avance del documental que están preparando sobre la trayectoria de la compañía.
Subraya Juan de Torres que son dos aniversarios porque, aun cuando parten de una misma filosofía, son diferentes proyectos el de la madre y el que desde hace 25 años llevan su hijo y su nuera. La de Karmen Larumbe fue la materialización de un sueño. Desarrolló la bailarina y docente navarra su trabajo en Bruselas, trabajando para Maurice Béjart en el Ballet del siglo XX y emprendiendo, en 1971, su propia aventura, un proyecto artístico de promoción, educación e impulso de la danza contemporánea que se trajo a Madrid. Paralelamente, formó y apoyó a su hijo, Juan de Torres, bailarín que muy jovencito se hizo con la Medalla de Oro del Prix Français de la Danse.
Danza con la madre
“Con seis o siete años, viví el proceso de creación de la Novena Sinfonía de Beethoven, de Béjart. Mis juegos consistían en hacer danza con mi madre, y cuando ella vio que me interesaba de verdad, me mandó a aprender con Carmen Roche, con Víctor Ullate, grandes maestros que eran sus amigos”, relata el hijo pródigo. “Gracias al premio, me fui a un año de formación en Nueva York y estuve estudiando con Héctor Zaraspe, también cercano a mi madre. Fui a Juilliard. Conocí a artistas como Louis Murray, Alwyn Nikolais o Louis Falco”.
Hace 25 años, cuando Karmen Larumbe repentinamente murió, Juan de Torres y Daniela Merlo se quedaron desorientados, sin saber qué hacer. Tras el shock, decidieron continuar el proyecto, pero desde una perspectiva personal. “Le quitamos el Karmen y lo dejamos simplemente en Larumbe Danza. Tuvimos nuestra primera actuación en el desaparecido Teatro de Madrid, en La Vaguada. Daniela se encargó de las clases y la parte educativa, y yo asumí la responsabilidad de la creación. Años más tarde, en 2001, debutamos como compañía residente en Coslada con una producción infantil, algo que terminaría siendo característico de Larumbe. También fue el debut de Daniela como coreógrafa”.
Pero sería erróneo encasillar a Larumbe simplemente como una compañía de danza. Lo son, desde luego. Estrenan creaciones, mantienen un equipo, hacen giras. De hecho, sus últimas coreografías para público familiar han tenido gran aceptación en Asia. No obstante, Juan de Torres cree firmemente que su propósito de normalizar el uso de la danza y hacerla accesible a todos va más allá de montar espectáculos.
Hay noches de estreno, como la de este sábado, pero la labor verdadera es la del día a día. Han trabajado desde varios frentes para implantar la danza en Coslada y hoy son un motor en marcha para su arte en el municipio. Crean alianzas con otras instituciones, organizan actividades diversas que van desde talleres hasta flashmobs por causas solidarias. Programan festivales, proyecciones y representaciones suyas y de otros, al tiempo que contribuyen a crear un tejido, dando oportunidad y asesoramiento a creadores jóvenes mediante residencias. “Yo es que nunca he creído que la utilidad de la danza sea estrenar espectáculos”, concluye.
Fuente: El País