Perspectiva Psicologica.- La paternidad cumple en primera instancia una función biológica, la donación de semen para la fecundación del óvulo que dará vida al nuevo ser. Pero la función del padre no acaba ahí. Su rol trasciende a otra función la de inscripción legal de un hijo en la cultura, transmitiendo notas de vida y de valores, como así también, acompañar una evolución y fundamentalmente es una adopción del otro para sí, para facilitarle el paso de la libertad y la autonomía.
En estas relaciones padres-hijos se da la trascendencia de un fenómeno cultural que es base de la vida social: la filiación. A través de ser hijo de… entramos en la historia. La filiación es la historia viva y encarnada en cada uno de nosotros. El hijo que no conoce a los padres sufre mucho. Busca una historia, relatos, ritos. Todo esto no está. Busca una cierta tradición y ésta no es más ni menos que una transmisión de notas de vida (tradición deriva de “tradens” que es transmitir).
Los antiguos decían que era padre, aquel que podía adoptar un hijo. Así un maestro, un tío, un abuelo, etc., pueden cumplir funciones de modelos para el otro y de esta manera permitir un ejercicio de la libertad. La función paterna trasciende la función biológica del hombre como portador de semen. La transmisión es clave y para ello la presencia en momentos críticos es clave.
La autoridad paterna
Primeramente, voy a analizar la palabra autoridad remitiéndome a su etimología. Autoridad deriva del verbo latino «augere», que quiere decir ayudar a crecer.