DETRAS DEL HORIZONTE / por Dr. Darío Yrizarry.- Un despacho de prensa de Europa Prees en España de fecha 6 de febrero de 2008 hizo público que el Grupo Edrington, una gran empresa de destilación escocesa ganó el control de más del 60% de la empresa de capital dominicano Brugal & compañía mediante la adquisición mayoritaria de las acciones valuadas en más de 200 mm de Euros, noticia dada a conocer por los ejecutivos de la compañía local. En un comunicado de prensa posterior, la familia Brugal confirmó la transacción y por su parte aseguraron que la producción seguiría en la República Dominicana, manteniéndose como accionistas de papel activo en la gestión de la empresa y la marca.
Diez años más tarde, en el 2018 el diario El Comercio reveló un informe hecho por la OMS donde daban cifras alarmantes para nuestro país, colocándolo en el número 10 entre los más consumidores de alcohol de América Latina tomando en consideración el índice poblacional de cada país mencionado. Dos razones cientificas justifican que algunos países de la misma región nos superan en consumo: el clima frio y ausencia de luz solar, lo que tiende a que la depresión como un estado psiwuiatrico se apodere de un significativo número de sus ciudadanos.
El mismo informe supra indicado arroja datos escalofriantes que afectan directamente la salud de los dominicanos. Nos dice que los adolescentes y jóvenes entre 15 y 19 años de nuestra región ocupan el primer lugar entre los consumidores a nivel global, con una proyección de aumento de esta estadística en la próxima década.
A pesar de que estos informes han circulado por los escriturarios de nuestras autoridades, hasta hoy no ha sido debatido un problema de salud para nuestra sociedad mayoritariamente joven, perdiendo las esperanzas de combatir este flagelo mediante programas de orientación al respecto. La alarma está encendida y todos escuchamos su sonido, pero el Estado Dominicano juega al sordo, ciego y mudo mientras los jóvenes colapsan en nuestros barrios a destiempo.
Mientras consumimos estas estadísticas internacionales, el Ministerio de Salud Pública declara a la prensa dominicana que el 60% de las bebidas de marcas reconocidas encontradas en los colmados eran falsificadas (un porcentaje muy elevado) y al mismo tiempo las licoreras declaran que han visto mermar sus ventas en un mismo 60% por la comercialización de sus rones adulterados, se deduce que en el espacio-tiempo debió existir un hecho real que nadie denunciaba, tomando en consideración lo que significa traducir en dinero un tan alto porcentaje de pérdidas. Alguien en el sector licor y gubernamental debió darse por enterado y a propósito callaron.
En fecha 14 de Abril del presente año un diario de circulación nacional publicó una reseña (declaración muy escueta en sentido amplio de la palabra) donde un ejecutivo de esa empresa a través de un Tweet lamentaba lo que estaba ocurriendo en el País por las muertes de dominicanos a causa de la ingesta de esas bebidas adulteradas. Pero la ausencia de una gran rueda de prensa informativa de la licorera en cuestión desligándose en conjunto con sus colaboradores de tan brutal crimen de lesa patria, ha sido vista como una irresponsable actitud tanto de ellos como del Ministerio de Salud, donde penosamente pudimos escuchar una recomendación del Ministro a la población llamando a simplemente “no consumir esas bebidas adulteradas”.
Para la república dominicana es importante esta empresa y otras como tal, entendiendo que las contribuciones que desde ellas se hacen al erario público en pago de Impuestos y gravámenes juegan un papel importante en nuestra economía motora, pero sin perder de vista la responsabilidad social del Estado dominicano con respecto de la preservación de una vida saludable a sus ciudadanos, la que de acuerdo al informe de la OMS hemos perdido.
Para nosotros resulta muy extraño que siendo la ADOPRON quien controla estadísticamente la producción y flujo del ron dominicano, no haya levantado alguna sospecha de la adulteración del mismo como atribución suya, entendiendo que esta ilegalidad debió en algún momento repercutir en la baja de los beneficios netos de la empresa afectada de forma directa a su economía, así como a la DGII por el incumplimiento tributario. Somos de los que nos colocamos al lado de la protección la industria dominicana cuando, como la del ron, aporta al fisco grandes beneficios a través de pago de impuestos, empleos directos e indirectos y otros colaterales. Pero esto no exime al Estado dominicano de responsabilidades en el control que debe tener en este caso criminal como la adulteración de estas bebidas, que bien pudiéramos tipificarlo de lesa patria.
Con esto no estamos afirmando que la Brugal & Cía. se ha metido al negocio ilícito de adulteración de sus bebidas, pero sí, esto debe leerse en rojo como una advertencia a un peligro inminente que viene más allá de las acciones que desde el gobierno se hacen para ubicar la real procedencia del mal.
Los negocios lucrativos que se contrapone con la salud de un pueblo deben ser estrictamente controlados por el Estado dominicano bajo el marco jurídico de sus leyes y la constitución, tal y como ocurre en sociedades modernas donde el control del alcohol y tabaco están bajo el dominio del Estado.