En algún punto de nuestras vidas cuando queremos hacer algo o avanzar en cualquier aspecto de ella, nos frenamos a nosotros mismos con pensamientos negativos que no nos dejan ver más allá del fracaso.
Debo admitir, que siendo de corta edad, pasé por muchos momentos donde pensar en positivo no era exactamente fácil, sobre todo cuando sientes que todo se amontona a tu alrededor y lo único que ocasiona, es una sensación de asfixia y que todo es más grande que tú.
Pero en esos momentos hay que pensar positivo, creer que se puede, que no todo ha acabado. Que siempre hay una luz al final del túnel.
¿Sabias que cuando más oscuro está la noche es porque más cerca está el amanecer? Debes confiar que aún en ese momento cuando crees que todo termina, que sólo pudiste llegar hasta ahí, sigue confiando, creyendo que puedes salir y llegar hasta la meta. Cuando no puedas correr camina, cuando no puedas caminar gatea, cuando no puedas gatear arrástrate, pero nunca digas no puedo. Pídele a Dios que te ayude a nunca rendirte.
Nadie ha dicho que sea fácil, pero no imposible. Sigue hacia delante confiando en Dios y verás como si puedes lograrlo.
Aún así, con el tiempo logré superar gran parte de la depresión en la que me veía sometido y comencé a pensar en positivo.
Al dejarme llevar por esa ola de negatividad y aura que genera mi cuerpo, sólo estaba perdiendo todas las oportunidades que se presentaban ante mí, y era incapaz de ver debido a la nube negra que se mantenía sobre mi cabeza.
Siempre puedes confiar y llegar hasta donde te has propuesto. Encontrarás quien te diga que no vale la pena seguir en el proceso, que abandonar es la mejor salida, pero no escuche esas voces. Sigue creyendo que lo lograrás con la ayuda de Dios.
